La belleza no se crea ni se destruye, solo se transforma. El subtítulo de la obra crea una reflexión sobre cuándo en que algo es bello y sigue siéndolo.

Si se tiene un tronco, una tela y una caja de pinturas, y uno talla la madera para crear un marco, estira la tela para crear un lienzo y pinta sobre ella, habrá creado belleza. Si tomamos ese cuadro y lo quemamos, el lienzo restante con orillas chamuscadas y el marco que termina en puntas de carbón, la belleza de la obra original no se habrá perdido ni disminuido, sino transformado. Porque lo que queda aún es un indicio de lo que alguna vez fue, y en ello perduran la magnificencia y la presencia de la obra original. En cambio, si uno deja que el cuadro se consuma hasta ser un montón de cenizas, la ausencia de un indicio que conecte con la esencia de la obra resulta en la destrucción de la belleza que conocimos, más un vistazo de cerca a las cenizas nos mostrarán el nuevo estado al que a belleza ha evolucionado.

Así como en los vídeos de tsunamis podemos ver la fuerza del agua, el caos que arrasa con todo, unas palmeras resistiendo, lanchas y mesas arrastradas, haciendo a un lado los heridos y las muertes, la destrucción tiene una belleza que admirar.

En los vídeos de puentes cayéndose, uno sobre el otro, cómo se desmoronan en partes más pequeñas y se empujan hasta llegar al piso, levantando columnas de polvo; los vidrios que antes estaban ahí y que ahora están caóticamente rotos, haciéndolos más atractivos; en los aplanados que se desprenden de las paredes, se desmoronan en la caída y terminan hechos polvo con el último impacto de caos; y en los plafones que ya no están, y los tubos de aire acondicionado que ahora cuelgan de los techos como lianas, ahí sigue la belleza y magnificencia de los edificios originales. Si bien ya no podemos transitarlos, ya están abandonados y destruidos, siguen teniéndonos algo que ofrecer para que lo disfrutemos.

En PERDURAR, el edificio representa todo lo que vemos a nuestro alrededor que es susceptible al caos y la destrucción. Los pequeños proyectiles que le lanzan los espectadores representan el paso del tiempo (lluvias, ventarrones, la luz, una rama que rompe una ventana, un temblor). Y también representan un compromiso: La asimilación de que la destrucción y el caos tiene belleza que debemos apreciar.

Aspectos técnicos de la instalación:

Edificio creado con 1840 piezas de madera de 2.54x2.54x7 cm, sin uso de pegamento ni otro auxiliar para la estabilidad y firmeza.
Cinco videos: Un timelapse de la construcción y cuatro en cámara lenta que captan la destrucción del edificio: Una cámara de 60fps, dos de 120fps y una de 240fps.
La construcción se montó en un espacio abierto, muy transitado para que todos los transeúntes pudieran apreciar todas las etapas de la obra: CEDETEC, claustro derecho, ITESM CCM.